Doy gracias a Dios por mi amigo sacerdote. Ronda los 90 años, está en una residencia, y hoy lo llamé para felicitarlo, y me dijo que se acordaba de mi cada día y que tenía allí mis libros, los cuales leía frecuentemente una o dos páginas. Todo fueron elogios por parte de este amigo que verdaderamente me aprecia. También me dijo que Dios me ha inspirado, imagino que refiriéndose a mis libros. Llamé para felicitarlo yo, y acabé lleno de felicitaciones por parte de el. Está claro, Dios nunca nos abandona, y siempre pone a alguien en nuestro camino para recordarnos que para El somos importantes. Acabé en una Iglesia orando por el, muy emocionado.
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